Brasil quedó inicialmente fuera del circuito histórico de desarrollo del vino que se dio en el continente americano desde el siglo XVI, con la llegada de los españoles, pero los primeros colonos portugueses que se instalaron posteriormente en el país ya se encargaron de introducir la viña. Finalmente la llegada de inmigrantes italianos, en el último cuarto del siglo XIX, significó el inicio del despegue de una industria que ha convertido a Brasil en el quinto mayor productor de vino del hemisferio sur. Estos inicios tan tardíos han permitido que en la actualidad tanto las técnicas de viticultura como las de elaboración sean las más modernas. El país cuenta con más del doble de superficie de viñedo que Nueva Zelanda pero sólo alrededor del 15% está plantado con Vitis vinifera, por lo que la producción de vino de calidad así como su exportación es menor de la esperada para el tamaño de la superficie cultivada en Brasil.
Este viñedo se localiza en seis regiones principales: Serra Gaúcha, Campanha, Serra do Sudeste y Campos de Cima da Serra, en Rio Grande do Sul; Planalto Catarinense, en Santa Catarina y Vale do São Francisco, en el noreste. Hay una gran distancia, superior a los 3.500 kilómetros, que separa la cuasi ecuatorial región del norte de las cinco del sur, que se encuentran ubicadas entre el Trópico de Capricornio y el norte de Uruguay. Este alejamiento entre las distintas regiones implica una gran variabilidad de suelos, temperaturas, precipitaciones y altitudes entre ellas, por lo que es difícil generalizar sobre el clima y la geología del viñedo brasileño.
Pese a lo anterior podemos encontrar algunos elementos en común entre ellas como el terreno accidentado con suelos de arcilla sobre basalto de Serra Gaúcha, Campos de Cima da Serra y Planalto Catarinense que proporciona un excelente drenaje. Estas tres regiones también tienen en común la ubicación más elevada de sus viñedos, lo que facilita maduraciones más lentas y retención de acidez gracias a una mayor amplitud térmica. Las montañas y valles son una solución natural a la elevada humedad, que está considerada como una de las mayores dificultades de la viticultura en Brasil. Campanha y Serra do Sudeste, en cambio, no dependen de este tipo de topografía ya que tienen menos precipitaciones anuales y comparten el tipo de suelo, de granito o de origen sedimentario, a diferencia de la arcilla sobre basalto que se encuentra en las otras regiones citadas anteriormente. El sur de Brasil, que comprende las cinco regiones anteriores, tiene en general un clima con marcada estacionalidad de veranos calurosos e inviernos fríos pero aún así existen importantes variaciones del microclima que influyen en la identidad del vino de cada región. En Planalto Catarinense, por ejemplo, los viñedos reciben una influencia oceánica moderadora, mientras que en Rio Grande do Sul los viñedos se desarrollan en climas templados, marcados por el calor.
Por su parte la región brasileña que es una excepción a cualquier generalización respecto a las demás es Vale do São Francisco. Su ubicación, entre los 8º y 9º de latitud sur, nos indica que a priori la zona no sería apta para el cultivo de la vid pero gracias a una adecuada utilización del riego se puede obtener dos cosechas anuales en el viñedo que se extiende por las llanuras de la semiárida región del noreste. Ante la ausencia de parada invernal de la vid, el clima es siempre cálido y seco, se debe recurrir al manejo del riego y de la poda para regular el ciclo vegetativo y así mantener la calidad de la fruta. En el viñedo unas plantas permanecen en estado latente mientras que otras se encuentran en el momento de máxima maduración. Este sistema puede desarrollarse gracias a la disponibilidad de agua que ofrece el río São Francisco para regar los suelos sedimentarios de una región en la que pese a la elevada humedad relativa, las precipitaciones son irrelevantes.
La primera región vitícola que se desarrolló en Brasil fue Serra Gaúcha y aquí se encuentra Vale dos Vinhedos, primera y única Denominación de Origen (Denominação de Origem) del país establecida en 2012. Pinto Bandeira, Altos Montes, Monte Belo y Farroupilha son áreas de la misma región que han recibido recientemente el reconocimiento inferior de Indicación de Procedencia (Indicação de Procedência).
El hecho de que la industria del vino brasileña sea joven hace que la búsqueda de los mejores encajes entre variedades, suelos y climas con el fin de obtener los mejores resultados sea un proceso aún abierto. En determinadas zonas parece que han encontrado algunas pistas que están desarrollando pero no debemos olvidar que el grueso de la producción del vino básico sigue obteniéndose de variedades americanas (Vitis labrusca) como Isabella, Bordo, Niagara y Concord, ya que están mejor adaptadas al húmedo clima local. Entre las variedades Vitis vinifera podemos establecer tres grandes grupos en función de su procedencia, francesas, italianas y de la península ibérica. En Brasil se puede encontrar vinos con mezclas de uvas de estas tres procedencias, que no es habitual ver mezcladas en Europa, e incluso monovarietales de variedades que raramente se elaboran por separado en sus países de origen.
En Serra Gaúcha, cuna del desarrollo vitivinícola en Brasil y responsable del 85% del vino nacional, además de las mayoritarias variedades americanas, se utiliza Chardonnay y Pinot Noir para elaborar vinos espumosos de calidad. Las burbujas se han convertido en la gran pasión de los brasileños por lo que se comercializan más de 60 millones de botellas de vinos espumosos elaborados en el país, por todos los sistemas y que bien podrían considerarse entre los mejores de todos los producidos en el hemisferio sur, además de una buena cantidad de importados. Entre las variedades tintas Tannat junto a Cabernet Sauvignon y Cabernet Franc han demostrado que se adaptan bien aunque destaca Merlot gracias a su temprana maduración en el clima templado y húmedo de noches frescas de la región. Además de Chardonnay hay otras variedades blancas ampliamente plantadas en la zona, como Riesling Itálico (Graševina) y Moscato que se utiliza para elaborar tanto vinos espumosos como tranquilos.
En los frescos viñedos de altura de Planalto Catarinense se elaboran vinos con Sauvignon Blanc que recuerdan la mineralidad de climas más fríos además de espumosos. Una de las mayores sorpresas que ofrece Brasil es la existencia de vinos elaborados con variedades poco comunes, como Marselan (resistente cruce de reciente creación entre Cabernet Sauvignon y Garnacha) y Teroldego, que producen vinos en Serra Gaúcha o los de Serra do Sudeste y Campanha con las portuguesas Touriga Nacional y Tinta Roriz (Tempranillo) además de la francesa Tannat, entre otras. Finalmente en la cálida zona de Vale do São Francisco se elaboran vinos con Syrah además de sencillos vinos espumosos de Moscato.