Hoy en día la idea de que el viñedo europeo pudiera desaparecer nos resulta inconcebible pero es lo que estuvo a punto de suceder en la segunda mitad del siglo XIX. Los viñedos de todo el mundo se enfrentan cada día a multitud de peligros. Estos peligros vienen principalmente de la climatología y de las enfermedades o plagas que pueden atacar a las plantas. Frente a los riesgos del clima hay poco que hacer, excepto mirar al cielo como han hecho cientos de generaciones de viticultores, pero para erradicar las segundas se han realizado incontables tentativas a lo largo de la historia. Algunos de esos intentos, siendo uno de ellos el que veremos a continuación, han sido poco afortunados y en ocasiones incluso han acarreado graves consecuencias para el medio ambiente, como en el caso de algunos pesticidas.
A mediados del siglo XIX existía un importante movimiento de material vegetal hacia Europa desde el resto de los continentes. La construcción de jardines botánicos o invernaderos exóticos estaba muy arraigada en la Inglaterra victoriana. Desde América se importaban cientos de toneladas de árboles y plantas, incluidas vides, para construir esos jardines. Paralelamente a esta situación, el viñedo europeo se veía acechado por uno de los principales peligros a los que se había enfrentado en los últimos años, el oídio. El oídio es una enfermedad de la vid, producida por hongos, que había llegado desde América unos años antes. Esta enfermedad ataca a todas las partes de la planta y cuando llega al racimo, en cualquiera de sus fases de desarrollo, reduce o arruina la cosecha. En un intento por erradicarla del viñedo, se tomó la decisión de importar masivamente a Europa cepas americanas, ya que son más resistentes a esta enfermedad.
Probablemente por una de estas vías, o por las dos a la vez, llegaron como polizones los primeros ejemplares de Filoxera que alcanzaron Europa. Filoxera, de nombre científico Dactylosphaera vitifoliae, es un pequeño insecto originario de la costa este de Estados Unidos que está emparentado con los pulgones. Filoxera vive como parásito todo su ciclo vital en la vid y podemos considerarlo, sin lugar a dudas, como la plaga más dañina que ha azotado a los viñedos a lo largo de la historia del vino ya que pudo llegar a causar su extinción.
La vid es una planta que pertenece al género vitis. Estas plantas se caracterizan por poseer unos frutos, las uvas, que el hombre ha utilizado desde tiempos remotos tanto para su consumo directo como para elaborar vino. El género vitis está formado, a su vez, por diferentes especies. Es importante aclarar, en este momento, que las especies de vid que viven en Europa y América son diferentes como efecto de la evolución tras la separación de los actuales continentes, hace millones de años. La especie de vid euroasiática es vitis vinifera, que no se plantaría en América hasta la llegada de los españoles en el siglo XVI, mientras que las especies americanas son varias, vitis labrusca, vitis rupestris o vitis riparia, entre otras muchas. Debido a esta separación continental entre especies, las vides de las especies americanas se habían adaptado a convivir con Filoxera pero no había pasado lo mismo con las vides europeas de vitis vinifera, ya que el insecto no existía en este continente.
Filoxera es un insecto que desarrolla todo su complejo ciclo vital, en sus diferentes formas, en la vid. En las vides de las especies americanas vive una fase de su vida en la parte subterránea de la vid, las raíces, y otra en la parte aérea, las hojas. A su llegada a Europa, sin embargo, se adaptó para poder desarrollar todo su ciclo vital en las raíces de las vides vitis vinifera.
Cuando Filoxera se encuentra en la fase de larva pincha con su pico las raíces de la vid para alimentarse de la savia que circula por ellas. Las vides de vitis vinifera tratarán de defenderse de ese ataque cerrando la herida, lo que produce deformaciones en las raíces y termina debilitándolas. En las ocasiones en que estas heridas no se cierren adecuadamente se convertirán en puertas para infecciones causadas por microorganismos, bacterias y hongos, que pudrirán estas raíces y el resto de la planta. La vid se va debilitando progresivamente y su producción disminuye año a año, hasta que finalmente muere. En este caso podríamos decir que los efectos catastróficos que Filoxera causa sobre la vid, esas infecciones oportunistas, son más daños colaterales de su acción sobre la planta que causados por ella misma. Las vides americanas, a diferencia de vitis vinifera, se defienden del ataque liberando una savia pegajosa que bloquea al insecto y además desarrollan una corteza tras la herida producida en su raíz, con lo que evitan la entrada de microorganismos a su sistema.
A partir de 1863 se empieza a informar de que los viñedos franceses, a España llegaría años más tarde, están sufriendo un ataque de origen desconocido que mata las plantas. La propagación de la plaga por los viñedos europeos, principalmente por la propia e involuntaria acción del hombre, fue imparable y enormes extensiones de viñedo quedaron devastadas. Las siguientes décadas la Filoxera, la plaga recibe el mismo nombre que el insecto, se extendió por la práctica totalidad de los viñedos del mundo, incluidos los países que habían plantado nuevos viñedos con vitis vinifera porque en ellos no existía la vid. Los únicos viñedos inmunes a su acción devastadora fueron aquellos que se encontraban en zonas vitícolas geográficamente aisladas o los que estaban plantados sobre suelos de arena. Los suelos que presentan una estructura física con predominancia de la fracción textural arenosa impiden que Filoxera pueda desarrollarse adecuadamente. En la actualidad, además de las pequeñas zonas extremadamente aisladas, entre todos los países relevantes en la producción de vino sólo quedan libres de la plaga algunas regiones significativas de viñedo, en Australia, Chile o Argentina.
Desde el mismo momento en que se conoció la existencia de la plaga comenzaron a formularse diversas hipótesis para explicar su origen, pero incluso cuando ya se conocía la existencia del insecto se tardó en aceptar que éste pudiera ser el causante directo de tanta devastación. También se sugirieron diferentes métodos para erradicar la plaga, unos rigurosos y otros estrambóticos o tan descabellados como sugerir la quema de todo el viñedo, pero desgraciadamente ninguno de ellos resultó efectivo. La inundación de los viñedos, si se realizaba por un periodo de varias semanas durante el invierno, resultaba efectiva para controlar la plaga pero excepto en terrenos llanos y con abundante agua disponible esta medida resultaba poco factible. Hay que recordar que todo el ciclo vital de Filoxera en vitis vinifera se realiza en el subsuelo por lo que el uso de tratamientos en la planta o en la superficie del suelo tampoco resultaba efectivo. Inicialmente la única solución a Filoxera consistió en plantar vides de especies americanas o híbridos pero los vinos que producían no se consideraban de buena calidad.
La solución definitiva a la plaga partió precisamente del conocimiento de que el insecto se había adaptado a desarrollar su ciclo vital en la parte subterránea de la planta. Si las diferentes especies de vitis americanas eran capaces de convivir con Filoxera y todo el ciclo vital del insecto en vitis vinifera se desarrollaba en las raíces, sólo había que aprovecharse de ello. La solución pasó por encontrar diferentes pies de especies de vitis americanas que constituyeran el sistema de raíces plantado en el suelo, donde poder injertar la parte aérea de vitis vinifera, que producía las uvas. Estos pies, o portainjertos, se crearon inicialmente usando diferentes especies americanas por separado, principalmente vitis rupestris y vitis riparia. Enseguida se comprobó que estos pies no eran idóneos para ciertos tipos de suelos, como los calcáreos, frecuentes en Europa. Con posterioridad se desarrollaron nuevos pies basados en híbridos que resolvieron este problema. Estos híbridos se crearon cruzando dos o más especies americanas, fundamentalmente las usadas anteriormente y vitis berlandieri. En la actualidad la práctica totalidad del viñedo mundial está plantado con este sistema, conocido como pie americano.
Esta ingeniosa solución permitió la salvación del viñedo pero no acabó con la presencia de Filoxera ya que no atacó directamente al insecto. Aún hoy algunos viñedos del mundo siguen infectándose por Filoxera porque no todos los pies americanos muestran, en las distintas zonas vitícolas, la misma resistencia a las diferentes mutaciones del insecto. También se han desarrollado diferentes tipos de pies que, además de sobrevivir a Filoxera, se adaptan mejor a unas variedades de uva que a otras, son resistentes a ciertos tipos de suelos o climas y a enfermedades u otras plagas de la vid, como los nematodos. Los nematodos, otra de las plagas del viñedo para la que no tenemos cura, son gusanos microscópicos que atacan las raíces de la vid. Estas cualidades beneficiosas añadidas de los portainjertos modernos hace que en la actualidad, pese a su coste, se planten incluso en zonas que podrían considerarse a salvo de Filoxera.
El desarrollo de los portainjertos conllevó el despegue de la industria de los viveros, encargados de crear los esquejes injertados para su posterior plantación en los nuevos viñedos. La gran movilidad de material vegetal que implicó esta industria, durante la segunda mitad del siglo XX, tuvo el efecto negativo de la propagación de un nuevo y temido enemigo a los viñedos de todo el mundo, las enfermedades víricas. Los virus propios que portaban las distintas especies de vitis americanas usadas en los pies se trasladaron a las distintas variedades de vitis vinífera usadas para la producción de uvas y viceversa.
El viticultor del siglo XXI debe enfrentase a este nuevo reto, consecuencia de la solución al problema con Filoxera, que produce una importante disminución en el rendimiento y la calidad de la uva aunque habitualmente no destruye la planta. Estas enfermedades se propagan por diversos factores, relacionados con insectos y la contaminación del propio suelo por nematodos, pero los viveros se encuentran en el punto de mira como principales responsables de su actual nivel de propagación. Para realizar los injertos los viveros utilizan material vegetal proveniente de selecciones clonales. En ocasiones este material se ha obtenido a partir de plantas madre de baja calidad sanitaria que estaban contaminadas y se han comercializado sin las debidas estrategias de prevención.
Sin embargo la llegada de la Filoxera a Europa también tuvo inesperadas consecuencias positivas para algunos. Los primeros viñedos que quedaron improductivos por la plaga, durante años, fueron los franceses. Esta situación llevó a que sus propietarios tuvieran que poner la mirada en otras zonas vitícolas europeas para conseguir vino que comercializar. En el caso español seguramente la región más beneficiada, aunque no la única, fue Rioja. La influencia de los productores de Burdeos dio un gran impulso, tanto a la viticultura como a las técnicas de elaboración basadas en la crianza de los vinos en madera, que ayudaron a configurar el perfil pasado y actual de muchas regiones vitivinícolas de Europa.
Ricardo Sanchoyarto es el autor de este artículo. Es formador y divulgador del vino además de editor y propietario de Aprender de Vino.